El corazón símbolo del amor

Después de casi media vida recorrida, siento que tres son los aspectos que sintetizan lo más importante de este camino vital. El primero el Amor, el segundo la Conciencia y el tercero el Encuentro. Creo que desde ellos podemos describir la experiencia humana.

El corazón representa en todas las culturas el amor, ya que posiblemente todo ser humano siente en su pecho los vaivenes del corazón en su relación con los demás. Son muchas las expresiones que se utilizan en las diferentes lenguas para hablar sobre los sentires del corazón. Términos como “me da un vuelco”, “se me expande”, “se me contrae”, “se me derrite”, «se me parte», “se me enfría”, “me sobresalta”, “casi me coge un infarto”. Utilizamos estas y muchas más para describir cómo nos sentimos frente a determinadas situaciones.

El corazón como símbolo del amor y el pecho como zona corporal donde sentimos esos vaivenes, puede estar más cerrado o más abierto. Cuando está más cerrado, esos vaivenes se sienten menos y las sensaciones físicas son menores. La conexión con nuestra esencia está íntimamente vinculada a la apertura del corazón. A veces la vida nos trae experiencias que nos acercan a esa esencia.

El corazón abierto

Siempre recordaré la primera vez que se me abrió el corazón con 23 años en una casi indescriptible experiencia chamánica en Perú, en las faldas de Machu Pichu, frente al rio sagrado Urubamba tras un ritual con San Pedro. Aquella experiencia fue única y marcó un antes y un después en mi sentir. Fue como si me extrajesen una gruesa espina de mi pecho y en ese momento mi capacidad para sentir el dolor y el amor por el mundo, por los más cercanos, por mis familiares y por mí mismo se multiplicase exponencialmente. Fue como coger aire por la boca tras largo rato bajo el agua… Todavía hoy, después de 16 años me emociona recordarlo.

Arrodillado en el suelo, podía sentir el sufrimiento del mundo y me repetía una y otra vez, con lágrimas en mis ojos, ¿por qué? Cuanto amor y dolor sentí a la vez. Lloré y lloré durante largo rato… el amor que irradiaba mi pecho hacia el resto del cuerpo era algo completamente nuevo. Tras la intensidad de la experiencia, empecé a sentir una amorosidad hacia mis compañeros de viaje que antes no había vivido, me sentía más próximo, podía abrazar con una calidad diferente, sentía paz interior, serenidad y confianza. Podía mostrarme tal cual era y sentía, con total espontaneidad y apertura de corazón.

Abrir el corazón es una de las experiencias más bellas, profundas y transformadoras que podemos vivir. Es sin duda una bendición y marca un antes y un después en la manera como nos vivimos y sentimos a los demás (de hecho incluye a todo ser viviente). Trato de encontrar las palabras justas para describirla y me cuesta… es una experiencia sensorial y de modificación del estado de conciencia. Posiblemente porque el amor genuino no es una emoción, no es un sentimiento, no es una actitud, es un estado de conciencia, una vibración del corazón, del Ser.

Más auténtico y amoroso

Con el corazón abierto me siento próximo, cercano, sin máscaras, auténtico, y mi sensibilidad aumenta considerablemente, tanto visual, auditiva como táctil. Lo que significa que una mirada, algo bello, un comentario, una música o un roce o contacto, pueden hacer que broten lágrimas de mis ojos, pero en este caso de placer, de plenitud, de amor… la sensibilidad emocional está mucho más a flor de piel, y con el corazón abierto, las cualidades de la generosidad, la gratitud, el cuidado y la atención hacia el otro están más presentes… Describiendo este estado, he recordado la experiencia más sublime y me caen lágrimas al evocarla en este momento… experimentar como se abre el corazón haciendo el amor… y las palabras ya no alcanzan… necesito detenerme y respirar por un momento…

En mi experiencia de una sensibilidad aumentada también se incrementa la conciencia sobre la necesidad del autocuidado y protección, ya que la sensibilidad hace que las diferentes formas de agresión del entorno pueden molestar en demasía o incluso herir. Generalmente estas experiencias siempre las he vivido en entornos y  momentos especiales, con otros viajeros de la conciencia. Esta necesidad de protección está más presente al regresar al mundo ordinario, al menos, hasta que se estabiliza la energía del corazón.

En el transcurso de estos 16 años, he tenido la bendición de experimentar en alguna ocasión más, una apertura de corazón lo suficientemente grande como para alterar completamente mí percepción y sentir con los demás. La última vez que me ocurrió, hace pocos años, recuerdo que entré en un estado alterado de conciencia desde el que expresé el amor que antes había sido incapaz de manifestar debido al dolor de heridas del pasado. Tuve la impresión que la intensidad del amor era capaz de atravesar un muro de hormigón y que a la vez era tan delicado que sentía el dolor de un insecto ahogándose en el agua acumulada de unas hojas caídas al suelo. Recuerdo haber liberado al insecto de esa situación y sentir liberación y alegría.

La apertura latente

Mi sensación es que la suma de este tipo de vivencias deja un poso, una apertura que ya no se cierra del todo. El corazón queda tocado de por vida… En la medida en la que volvemos a la cotidianeidad la energía del corazón se estabiliza, la apertura se cierra y emerge fácilmente de nuevo nuestro personaje habitual, las protecciones del ego que cada uno ha construido desde niño para sobrevivir a las agresiones del entorno y se ponen en marcha de nuevo las estrategias para conseguir el afecto y el reconocimiento de los otros. Pero aun así, si uno no duerme demasiado su conciencia o cae excesivamente preso de la neurosis de su ego, esa energía del corazón queda latente, queda ahí vibrando porque el corazón sigue abierto.

Esta apertura latente puede abrirse en momentos de vulnerabilidad, de tristeza, de paz y bienestar, de soledad, de gratitud, de conexión con otro o con lo trascendente… la apertura de corazón es una experiencia transformadora porque nos permite sentir y percibir como posiblemente antes no lo hayamos hecho, alterando nuestra sensibilidad y sanando nuestra neurosis que tanto sufrimiento nos causa. Las cualidades de la compasión, de la generosidad, de la gratitud, de la empatía, de la humildad, del cuidado, de la alegría cálida, de la autenticidad, emergen y dejan huella en nuestro corazón. Desde ahí, los encuentros que tenemos con otros son más profundos y satisfactorios, generando una calidad de vínculos mayor.

En síntesis, con el corazón abierto, somos más sensibles a lo bello, a lo armónico, a lo esencial, así como más susceptibles al sufrimiento del otro y sentir compasión por él. Algo esencial que necesitamos recuperar en esta tendencia deshumanizante que caracteriza estos tiempos.

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por Pepón Jover

Psicólogo Transpersonal y Terapeuta Gestalt

Fundador de Círculos Essen

info@circulosessen.es

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2 thoughts on “ABRIR EL CORAZÓN – de la serie Mi Caminar

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