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En la paz de corazón se ancla la paz interior

La paz es un estado de comunión con uno mismo, de calma y de silencio interior. Un estado ausente de tensiones, de miedos, de ansiedades, de conflictos y demás emociones y sentimientos inquietantes. Del corazón depende la paz interior, ya que es él el que la sostiene. Un corazón en paz, mantiene una mente aquietada, en donde el flujo de pensamiento es más lento. El cuerpo y la musculatura está más relajada y los órganos trabajan mejor.

En los momentos de paz siento un estado similar a la alegría aunque de menor intensidad. Es un estado de contento y bienestar. Me siento bien con mi presente, con mis circunstancias, en mis vínculos y relaciones. No deseo más ni deseo menos, tal como estoy me siento a gusto.

En la paz no siento exigencia, ni hay esfuerzo, tampoco deseo de lo que no tengo. Hay ausencia de miedo, de inseguridad, de estrés y ansiedad, es como un estado meditativo en donde me encuentro más cerca de mi esencia.

En la paz no me inquieta ni mi pasado ni mi futuro, porque vivo en el presente, con lo que hay ahora, con lo que tengo y con lo que disfruto. En la paz me siento acompañado de mí mismo en la propia soledad.

En la paz estoy más atento a mi cuerpo, a mis necesidades, pudiendo escuchar y darle lo que siento que es mejor para él. Los latidos son más lentos y aumenta la percepción de mi propia presencia física. En la paz descanso mejor cuando me voy a dormir, sintiendo que me recupero, me recargo y me levanto con el placer de sentir un sueño reparador.

Una paz más  profunda

La paz interior es fácilmente perturbable por circunstancias externas, no obstante, hay un sentir más profundo que es fruto de una transformación de la conciencia que requiere de tiempo, atención y dedicación.

Estar en paz con nuestros padres y con nuestra familia, estar en paz con nuestra pareja, estar en paz en nuestros vínculos y relaciones, estar en paz con nuestro trabajo, estar en paz con nuestra misión y propósito vital, estar en paz con el estilo de vida que desarrollamos día a día, estar en paz con nuestro cuerpo e imagen, estar en paz con uno, con el otro y con la vida requiere de un largo camino, para ir poniendo cada circunstancia, cada persona, cada sentir en su lugar a medida que la vida nos trae nuevos retos y aprendizajes.

Intentar esquivar o evitar hacer frente a las experiencias de aprendizaje que nos trae la vida, es postergar la evolución de nuestra Alma y también la paz interior. Llegar a ubicarnos en la vida, es algo que indudablemente nos trae paz de corazón, paz interior.

La paz interior es fruto de estar en paz con el pasado

La paz emerge después de la tormenta, con el renacimiento que sigue a la muerte. Sin tormenta no hay caos y no hay oportunidad de crecer para ascender a un nuevo orden de conciencia. Nuestra esencia crece a medida que integra las experiencias, a medida que sana las emociones de dolor, de culpa, de rabia, de resentimiento, de tristeza, de miedo, llevándolas a un lugar de mayor comprensión y perdón. Es aquí en donde surge el sentimiento de liberación que trae la paz interior para llegar a estar en el aquí y ahora, liberando los dolores del pasado que impiden disfrutar del presente.

El aprendizaje de la dignidad, de la gratitud, de abrir el corazón, de ubicarnos, de la coherencia y de estar bien en soledad, son semillas de la paz interior.

El cultivo de una visión trascendente de la vida ayuda en este proceso porque nos permite ampliar la comprensión de quiénes somos y de lo que nos ocurre, aligerando peso y soltando la fuerte identificación que creamos con las situaciones, hechos y personas que nos causan dolor. La paz de corazón se conquista a base de enfrentar las sombras y desafíos que nos trae la vida.

 

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por Pepón Jover

Psicólogo Transpersonal y Terapeuta Gestalt

Fundador de Círculos Essen

info@circulosessen.es

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