Actuar inocentemente como un niño
Actuar inocentemente es actuar de forma genuina, espontánea, auténtica, muchas veces, con el corazón abierto y, como suele ilustrarse, con un lirio en la mano. Es dar un paso adelante sin ser consciente de las consecuencias que puede tener, ni los efectos colaterales ni el impacto que puede causar en nosotros y en el otro.
Me siento inocente cuando ante una nueva circunstancia actúo por puro impulso, desde el corazón, desde el sentir. Luego me encuentro con lo bello y lo feo, lo doloroso y lo mágico.
Actuar inocentemente es actuar como lo haría un niño. Todos somos inocentes frente a nuevas circunstancias en las que no tenemos experiencia ni referencias que nos guían, advierten y previenen de los posibles riesgos y efectos.
Una vez más, siento que he actuado inocentemente y estoy capeando el temporal de la tormenta interior que se ha desatado. En esta ocasión mi inocencia es por amor, por abrir mi corazón de nuevo, por entregarme otra vez, por abrir mis brazos… No es este el lugar para explicar esta larga historia, aunque la mayoría de las reflexiones de este libro tienen origen y están motivadas por la intensa experiencia que he atravesado y continúo viviendo mientras escribo. Experiencia que trato de utilizar para reflexionar, crecer y compartir, como lo estoy haciendo contigo.
El dolor de tropezarse
En resumidas palabras, este nuevo tránsito, doloroso, es por abrirlos de nuevo cuando quizás, tal vez, hubiese sido más prudente mantenerlos entreabiertos… ahora sufro las consecuencias del dolor, de la rabia, de la tristeza, del insomnio y la decepción. Nuevamente me viene la frase de Tolstói, “la razón no me ha enseñado nada. Todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón”. Así lo siento una vez más, es el corazón el que crece y aprende las lecciones de la vida. Ernest Hemingway lo decía con esta frase, “temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer”.
Bendito dolor que me impide descansar por las noches mientras la fuerza del latido de mi corazón me mantiene despierto, atento, vivo, sintiendo como me atraviesan todas estas emociones, y mientras tanto, crezco por la fuerza del dolor.
La mente no puede aprender de la experiencia, porque es el corazón el que la vive. Le mente es un instrumento que sirve para analizar, reflexionar y crear estrategias, pero es el corazón el que vive, siente, sufre, ríe, se aburre, se abre y se cierra. En este momento me siento nuevamente con el corazón dolorido, en un puño, mi mente no siente el dolor, es mi corazón el que se resiente. Incluso puedo sentir la presión en mi pecho. Es mi corazón el que llora, el que siente la tristeza, mi mente sólo puede traducir en palabras lo que siente mi corazón y escribirlas a medida que lo vivo.
Sin inocente no hay viaje
Que duda cabe que poner conciencia en la experiencia es la única manera de crecer y aprender para hacerlo mejor la próxima vez. A medida que vivimos, dejamos de ser inocentes porque la experiencia nos enseña, eso sí, si hacemos un esfuerzo por aprender de ella. De lo contrario, es posible que tropecemos una, dos, tres y las veces que sea necesario para aprender la lección.
Sin el inocente no hay aventura, no hay Viaje del Héroe, no hay un paso al vacío, un paso hacia lo desconocido, y sin pasos sin saber bien bien donde ponemos el pie, no hay crecimiento porque no nos aventuramos a adentrarnos en terrenos desconocidos.
El inocente es un arquetipo que nos impulsa a aventurarnos en nuevas sendas, nuevas experiencias, movidos por un impulso que viene desde las entrañas y una voz desde el corazón. La mente es la que pone las barreras, los obstáculos por los miedos, temores, riesgos, etc. El inocente no ve los riesgos por eso no tiene temor a lanzarse a aventuras nuevas.
El inocente es el héroe en potencia, que se hace héroe una vez está en la aventura, metido en el fango hasta las rodillas o las caderas. Salir de ahí es el acto heroico que nos permite crecer, aprender y ganar experiencias y recursos para nuevas aventuras.
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por Pepón Jover
Psicólogo Transpersonal y Terapeuta Gestalt
Fundador de Círculos Essen