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Somos lo que hacemos con la experiencia

Caminar por la vida desarrollando la presencia y la conciencia, nos permite aprender de la experiencia más inmediata. Aldous Huxley decía, la experiencia no es lo que le pasa a un hombre, es lo que hace un hombre con lo que le pasa. Y lo cierto es que, en la medida en la que ponemos atención a lo que nos va ocurriendo, podemos extraer de esas vivencias una aprendizaje que nos ayuda a crecer, a madurar, a vernos, a integrar y a desarrollar virtudes y cualidades.

Experimentar per se no es condición sine qua non para crecer, ya que podemos estar expuestos a situaciones que nos brindan la oportunidad de aprender y, sin embargo, las atravesamos sin extraer nada de ellas. El punto de inflexión está en la actitud y en la capacidad para detenernos y reflexionar sobre lo que vivimos.

Caminar para aprender o aprender para caminar. Las dos situaciones pueden darse, y en mi experiencia, ambas se complementan. Hay momentos en los que necesitamos aprender antes de ponernos a caminar y en otras, la manera de aprender es empezar a caminar, ya que es caminando cuando el aprendizaje se extrae de la experiencia. No existe el punto ideal desde el que empezar a caminar, sino que el mejor lugar para iniciar una nueva senda es el mismo instante en el que sentimos el impulso de transitarla.

Aprendemos haciendo

Hay maneras y maneras de ser, caracteres y caracteres… como con el eneagrama, y cada uno tiene formas diferentes de aprender mientras camina. Pero si algo hay en común, es que el verdadero aprendizaje está en ponerse a caminar estemos donde estemos. Para aprender a tocar el piano, hay que ponerse a tocar, para aprender qué es el amor, hay que ponerse a amar, para aprender a comunicar, hay que ponerse a transmitir, para aprender sobre cualquier actividad o ámbito humano, hay que ponerse a ello.

El quid de la cuestión está en cómo nos ponemos cuando nos ponemos. Ahí es cuando entra la conciencia y aspectos como el conocimiento sobre la materia,  la gestión de las emociones, la atención, la paciencia, la inteligencia, la habilidad, la actitud, la voluntad, la constancia, etc.

La conciencia marca la diferencia

El punto más importante que observo, es que hay dos maneras de aprender, con o sin conciencia. La primera nos vuelve autómatas repitiendo lo que nos enseñan sin vínculo con nuestro interior, la segunda, hace que mientras aprendemos nos transformamos. Cuando lo hacemos, también innovamos sobre aquello que aprendemos, porque ponemos parte de nuestra esencia en lo que hacemos.

Aprender con conciencia es exponer nuestra Alma, nuestro corazón, sin embargo, hacerlo sin, es aprender desde la mente, desde la repetición, desde el automatismo. Desde aquí no hay ni transformación, ni evolución, ni crecimiento interior.

Por último, decir que el mayor aprendizaje de esta vida, es aprender a ser uno mismo, y únicamente tiene lugar cuando ponemos conciencia sobre lo que nos ocurre mientras nos relacionamos con los demás, con la vida y con nosotros. Aprender a ser uno mismo es el aprendizaje más difícil, ya que implica separar lo nuestro de los demás, implica vernos, conocernos, mostrarnos, exponernos, valorarnos, reconocernos y amarnos. Implica descubrir nuestro camino, separarlo del de los demás y caminarlo.

Caminar nuestro camino es sin duda alguna, el mayor aprendizaje del camino para llegar a ser nosotros mismos.

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por Pepón Jover

Psicólogo Transpersonal y Terapeuta Gestalt

Fundador de Círculos Essen

info@circulosessen.es

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