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Amistad genuina

Vivir la amistad es una de esas maravillosas experiencias que tiene la vida. Lo maravilloso es sentir el vínculo auténtico, sincero, cálido y amoroso con otra persona que camina contigo la vida. Un vínculo sin apariencias, sin máscaras, sin pretender ser algo que no somos.

Hay amistades y amistades, pero de las que estoy hablando son aquellas que dejan huella en nuestro corazón, aquellas a la que podemos decir de forma especial, “te quiero, te aprecio mucho, gracias por estar en mi vida, me siento feliz de compartir contigo”.

La amistad auténtica, como toda relación que se precie, necesita un cultivo, una atención, un cuidado, una presencia, lo que nos lleva a construir el vínculo. Ese vínculo especial que hace que cuando la vida de alguno de los dos se pone cuesta arriba, el otro está para acompañar, para comprender y apoyar en la subida. Y a la inversa, cuando surge ese sentir de querer estar ahí cuando para el otro el camino se llena de obstáculos.

Ese vínculo en el que si uno sufre, el otro también siente su pesar.

Reencuentros

Hay amistades y amistades, pero de las que estoy hablando son aquellas que aunque pase el tiempo, los años incluso, ese vínculo que un día se estableció permanece a pesar del tiempo y el espacio. La vida de ambos puede haber estado llena de experiencias por caminos diferentes, sin embargo, puede llegar un día en el que coincidimos de nuevo, y ese día se hace patente que el tiempo y el espacio realmente no han pasado. La confianza, la cercanía, el no juicio, la escucha siguen estando presentes. Que bonitos son esos encuentros.

Libertad para ser

Hay amistades y amistades, pero de las que estoy hablando son aquellas en donde uno no tiene que aparentar nada, en donde ni el éxito ni el fracaso son importantes, ya que lo valioso es el vínculo, el afecto, el compañerismo, el compartir las experiencias que nos trae la vida. En donde no hay juicios de valor, en donde no hay un correcto o incorrecto, sino un apoyo incondicional a lo que uno decide vivir o la vida le trae sin premeditación posible. Esa relación en la que uno se siente totalmente libre para ser, expresar y manifestar lo que siente y piensa sin temor al juicio por parte del otro, un vínculo en donde se respira una completa libertad. Un dejar ser con aceptación, respeto y cuidado.

Lo más importante, el apoyo real que existe en los momentos difíciles. Ahí es cuando se manifiesta verdaderamente el vínculo que existe. Estar o no estar, esa es la cuestión. Cuando el otro está en un momento difícil es cuando marca la diferencia entre una amistad profunda con un vínculo auténtico y de corazón, a un vínculo más superficial.

El valor que le damos

Como todo en la vida, dependiendo del valor que le demos a la amistad, pondremos mayor o menor atención y energía en cultivar las que tengamos o nos preocuparemos de rescatar o construir nuevas.

Amistades así, se cuentan generalmente con los dedos de una mano, y si bien es una bendición tenerlas, es cierto también que forma parte de una decisión personal. Es poner conciencia en el tipo de vínculos que tenemos, qué calidad humana irradian, cuán nutritivos son para nuestro corazón y qué hacemos al respecto. Relaciones ESENCIALES enriquecen nuestra vida, nos sostienen en el camino, y aligeran la soledad de todo caminante que camina su propio camino.

 

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por Pepón Jover

Psicólogo Transpersonal y Terapeuta Gestalt

Fundador de Círculos Essen

info@circulosessen.es

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